El lunes negro de las bolsas

Un operador de divisas ante el indice KOSPI, índice bursátil de Corea del Sur, este lunes en Seúl.
Ahn Young-joon (AP)

Ese hombre, con la cabeza entre las manos, no está viendo cómo cae la bolsa. Está oyendo la voz de su madre diciéndole que si no estudia, acabará como su padre.

Lleva una camisa blanca y un jersey sin mangas, como si fuera un estudiante aplicado atrapado en una pesadilla laboral. Delante de él, una pantalla con cifras que sangran. Detrás, una gráfica que se desploma como quien tropieza en una escalera mecánica.

La tragedia, sin embargo, no está en los números, sino en el gesto. Es el mismo gesto que uno hace cuando se acuerda de algo terrible en mitad del supermercado. O cuando te das cuenta, ya en la calle, de que has dicho “te quiero” a la persona equivocada.

Mientras el mundo financiero se desmorona, él parece estar recordando que olvidó descongelar el pollo. O que no llamó a su hijo por su cumpleaños. Puede que el desplome de los mercados sea sólo una excusa. Puede que esas cifras en rojo sean las notas de su vida.

A veces, la economía se hunde porque alguien, en un rincón del mundo, ha dejado de creer en sí mismo.

Y entonces, todo cae. Incluso lo que no cotiza en bolsa.

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